Existe un mundo invisible que no entra por tus ojos, sino por uno de los sentidos más finos: el oído. La buena música nos conduce a un mundo interior de emociones; cambia nuestro ánimo, nos hace descansar con paz interior y puede llevarnos hasta Dios. Oír cómo se reza cantando puede ser un camino más sencillo para llegar, por la belleza, a la verdad y bondad de Dios y de la fe cristiana.
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