A Elio Sgreccia corresponde el mérito de ser considerado el «fundador» de la Bioética personalista, cuyo fundamento radica en el respeto por la persona humana y en el reconocimiento de su dignidad. El deber moral de respetar a la persona, en atención a su condición «en sí misma» y a la dignidad que le viene dada por su «estructura ontológica», configura el llamado «principio personalista», cuyo principal propulsor fue Karol Wojtyla. La conciencia es el puente entre el modo metafísico del ser persona y la experiencia del modo de lo personal. En tanto que irreductible a la mera función de las facultades de la voluntad y el intelecto, la conciencia juega un papel clave y constitutivo en la formación de la subjetividad personal humana. La incorporación del énfasis cognitivo del concepto de la dignidad como fundamento de los derechos de la persona, atribuible a Sgreccia, tiene importantes consecuencias en los diferentes escenarios aplicados en el ámbito de la Bioética. Tanto Sgreccia como Wojtyla pueden ser considerados los guardianes teórico-prácticos del concepto «dignidad» como fundamento de la persona, contribuyendo a superar las nubes filosóficas de confusión en las que, por razón de los avances de las nuevas tecnologías y la genética, se hallan envueltas las nociones de «persona» y «ser humano».
El propósito de esta obra es presentar el pensamiento de Elio Sgreccia respecto de la dignidad de la persona, poniéndolo en diálogo con las principales corrientes bioéticas contemporáneas, especialmente en temas tan candentes como la donación de órganos, células madre, objeción de conciencia y estado vegetativo. Aspiramos a generar, de este modo, una transferencia de conocimientos de la que la sociedad de nuestro tiempo está necesitada.
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